21 de diciembre de 2011

Nueva Vía, manifiestos y los fantasmas del pasado.

Una de mis amistades en Facebook subió ayer un enlace a una noticia publicada por El País en junio del 2000 sobre Nueva Vía y la renovación del PSOE que merece la pena releer en estos momentos:

Los socialistas tienen motivos suficientes para estar orgullosos de los cambios que impulsaron los Gobiernos presididos por Felipe González y por la acción de su partido, el PSOE, desde los añs ochenta, según un documento firmado por el grupo Nueva Vía. Su líder, José Luis Rodríguez Zapatero, ofrece a sus compañeros en el próximo congreso un proyecto "que parte de lo ya conseguido", pero que tiene que renovarse en políticas y en personas en sintonía con las exigencias del mundo actual.

Liberalizar la economía y crear una poderosa política social para combatir las desigualdades personales y territoriales también fueron tareas de González, que ahora hay que continuar aunque adaptándolas a una "realidad distinta". Nueva Vía reviste sus postulados respecto a la organización del PSOE con palabras de reconciliación, aboga por el abandono de planteamientos sectarios e invoca la libertad, solidaridad y generosidad entre militantes y dirigentes. Con esta tarjeta de presentación, en un documento de 19 páginas, Rodríguez Zapatero, secretario provincial de León y diputado por esa circunscripción, prepara su proclamación, este domingo, como candidato a liderar el PSOE durante el congreso pronvicial de León en el que se elegirán los delegados al congreso federal.

Llaman la atención, me parece, tres elementos fundamentales: primero, la reivindicación del proyecto liberalizador del felipismo; segundo, el apoyo a una política social más firme y expandida; y, tercero, las etéreas declaraciones en lo que respecta a la vida orgánica del partido. En lo que respecta a lo primero, ahora podemos concluir que los Gobiernos de Zapatero continuaron las políticas económicas social-liberales de Felipe González (es decir, la ortodoxia económica de nuestro tiempo) sin grandes cambios. El segundo ámbito, el de las políticas sociales, es quizá donde la impronta de Zapatero ha sido más clara. Ahí sí que llevó a cabo una política claramente progresista que seguramente permanecerá en el tiempo. Y, finalmente, por lo que hace al tercer aspecto, el de la vida interna del PSOE, podemos decir que se mantuvo en esa misma ambigüedad calculada con la que comenzó su andadura (es decir, se hicieron simulacros de apertura, sobre todo en lo que respecta a la implantación de las primarias, pero de mala gana y sin aplicar las medidas con todas sus consecuencias).

¿Por qué menciono todo esto precisamente ahora? Porque convendría no dejarse engañar por preciosas palabras y buenas intenciones ahora que algunos líderes socialistas están comenzando a publicar manifiestos. No consiste en cambiar a los cabezas de cartel, sino en reformar profundamente las propias estructuras organizativas del partido, incluyendo su relación con la sociedad. Por supuesto, esto llevará tiempo. Conviene no impacientarse y hacer las cosas como deben hacerse, poquito a poco. Al menos si queremos que resulte algo medianamente digno.

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