22 de diciembre de 2008

Nuevo Comité Local en nuestra Agrupación.

Desde hace un par de semanas, tenemos un nuevo Comité Local en la Agrupación Local del PSOE de Bellavista (Sevilla). La candidatura en la que iba yo como Secretario de Organización y Administración obtuvo más del 74% de los votos y, en principio, afronta los próximos cuatro años con la suficiente tranquilidad y una amplia mayoría, lo cual debiera permitirnos reconstruir y relanzar la Agrupación en el barrio, que ya llevaba varios años de capa caída. Somos en total 22 miembros comprometidos con la transformación del partido y del barrio en su conjunto, convencidos de que necesitamos organizarnos de una forma bien distinta para tener presencia en la calle y acertar a canalizar las reivindicaciones ciudadanas a través de las instituciones democráticas en las que contamos con representantes. De entrada, hemos eliminado la tradición de realizar interminables reuniones del pleno del Comité Local todas las semanas, sustituyéndolas por una organización en áreas de trabajo coordinadas por ciertas Secretarías con plena delegación de funciones. Asimismo, la potenciación de las nuevas tecnologías como herramienta de trabajo ha pasado a ocupar también un lugar prioritario en nuestra lista de objetivos. En fin, que ya va siendo hora de ponerse manos a la obra y demostrar que de verdad se puede construir otro Partido Socialista con auténtica presencia local. En ello estamos.

10 de noviembre de 2008

Convocatoria para el día siguiente o el paradigma de lo impresentable.

Seguramente, hubo un tiempo en que el ciudadano de a pie hasta tuvo la esperanza de que quienes se encargaban de dirigir nuestros partidos políticos tuvieran una mínima preparación y fueran capaces de saber organizar las cosas con eficacia y eficiencia. Pero eso, si alguna vez sucedió, fue hace ya muchísimo tiempo. Hoy, por el contrario, todo el mundo sabe ya qué se cuece en las altas esferas y cómo se llega ahí, por lo que son bien pocos los que hacen gala de tanta ingenuidad. Más bien al contrario, el ciudadano asume que los partidos políticos están repletos de enchufados que se han ganado el puesto no por méritos propios, sino haciéndole seguidismo al jefe. Y lo más triste de todo es que, visto lo visto, a uno le quedan pocos argumentos con los que contrarrestar dichas opiniones, la verdad. De muestra, un botón: quienes representan a las Agrupaciones Locales de la capital recibieron el pasado viernes una invitación de la Secretaria de Organización convocándoles a asistir a la reunión del Comité Ejecutivo Provincial... al día siguiente. Se me ocurren muchas ideas sobre dicha convocatoria, pero ninguna de ellas es muy positiva.

Veamos. En primer lugar, enviar la convocatoria de una reunión que va a tener lugar el día después de cursada representa una enorme falta de consideración. Indica, entre otras cosas, que no se tiene respeto alguno por el tiempo del militante al que se envía la convocatoria. Se asume, de hecho, que el receptor de la invitación ha de sentirse tan halagado por la misma que procederá inmediatamente a cambiar toda su agenda para el sábado, llueva, nieve o granice. Pero es que, además, demuestra la poca importancia que se concede a la compaginación del trabajo, la militancia y la familia, por más que la idea siempre esté presente en los discursitos. Como de costumbre, a quienes más prejudica dicha actitud es precisamente a las mujeres, que siguen encargándose de una parte desproporcionada de las tareas domésticas, desgraciadamente.

Pero es que, segundo, el comportamiento aquí reseñado demuestra una concepción autoritaria y arcaizante del poder, pues entiende que el militante de base (incluso el representante de las Agrupaciones Locales en el Comité Ejecutivo Provincial) está a mandar, plenamente supeditado al antojo de la dirección. En otras palabras, que demuestra una concepción piramidal del poder en la que el representante se limita a cumplir lo que le indiquen desde arriba, supeditado a lo que se decida en las altas esferas. Ni que decir tiene que esta actitud deja entrever una filosofía poco democrática de la vida interna del partido, en la que la dirección asume y dispone, y el resto de la "tropa" sigue las órdenes. Se trata, evidentemente, de un modelo organizativo piramidal, en el que la información fluye siempre de arriba abajo.

Por último, no sé si se han parado siquiera a pensar en el hecho de que convocatorias de última hora como ésta (de hecho, como casi todas las que hacen) distorsionan el proceso de democracia representativa hasta hacerlo irreconocible. Sencillamente, ¿qué representante tiene tiempo para discutir con sus compañeros de Agrupación los puntos del orden del día que se van a tratar en el Comité Ejecutivo Provincial si recibe la convocatoria con menos de 24 horas de antelación? Ni que decir tiene que el representante en cuestión sólo podrá representarse a sí mismo en los debates que tengan lugar. ¿Cómo va a poder llevar la voz de la Agrupación al Comité Provincial si ni siquiera se le ha informado del día, la hora, el lugar y los temas a discutir con la suficiente antelación? Se trata, obviamente, de una mascarada de democracia.

Soy perfectamente consciente de que el PSOE de la provincia de Sevilla está viviendo unos momentos difíciles en los que se está viendo un enfrentamiento muy duro entre dos sectores de la militancia (algo que, por otro lado, parece de lo más normal en el caso del PSOE de Sevilla, que casi parece estar abocado a este tipo de divisiones de forma eterna por algún tipo de castigo divino), y que lo más probable es que la invitación se haya cursado a última hora precisamente con la intención de que los representantes de las agrupaciones de la capital no acudan. Independientemente de que ello ya sea lo suficientemente serio como para ilustrar el nivel de conciencia democrática que puedan tener quienes dirigen el cotarro, lo verdaderamente triste es que incluso en aquellos casos en los que no hay tal división o confrontación interna se producen este tipo de incidentes. En fin, que la desorganización, la ineficiencia y la improvisación constantes se han asumido con tanta naturalidad que hay hasta quien lo ve como un rasgo del ser andaluz, un hecho del que estar orgulloso. No me cabe duda por ello que este tipo de vergonzoso comportamiento no se limite ni mucho menos a tal o cual "familia" o grupo de poder.

7 de noviembre de 2008

Los socialistas franceses eligen entre seis candidaturas por sufragio universal directo y secreto.

Comparado con el numerito de nuestro Congreso Provincial aquí en Sevilla —no entremos siquiera a valorar el proceso de elección de los comités locales, con gestoras y suspensiones de militancia incluidas—, resulta refrescante leer cómo se las arreglan los compañeros socialistas franceses para presentar nada menos que seis candidaturas diferentes de cara a su próximo congreso, que se celebrará la semana que viene. Es más, la noticia publicada por La Vanguardia se cierra con los siguientes dos párrafos que casi hacen que se me caiga la baba:
De aquí al congreso se espera que se lleven a cabo negociaciones para formar eventuales alianzas entre esas cuatro facciones para hacerse con el control de la formación socialista, y designar al próximo primer secretario, un puesto para el que Royal había dicho hace unas semanas que no pensaba presentarse.

Los militantes serán de nuevo los que elijan en otra votación el día 20 al sucesor de Hollande, que lleva once años al frente de la formación, y del que no se excluye que se presente como candidato socialista a las próximas presidenciales francesas, que deben celebrarse en 2012.

Ciertamente, no es oro todo lo que reluce, pero menos da una piedra. ¡Ya quisiera yo algo así aquí en España! Conversaciones de pasillo, todas las que se quiera. Negociaciones en salas cerradas, lo mismo. Acuerdos entre las distintas corrientes, ídem de ídem. Ahora sí, que los candidatos hagan campaña, debatan y se ganen el voto de los militantes uno a uno donde hay que ganárselos, en las urnas.

Aquí, con nuestro pesismismo vital de siempre, no faltan los compañeros que me han saltado con aquello de: "claro, es que en Francia estamos en la oposición, así que no me extraña que hagamos esto para motivar a las bases". A lo cual no queda sino responder con una pregunta obvia: ¿y en la Comunidad de Madrid, la Comunidad Valenciana, Murcia o La Rioja cuándo fue la última vez que gobernamos y no nos aplicamos el cuento? En fin, que más vale ponerse las pilas y hacer un esfuerzo por democratizar el partido y abrir las ventanas para que se airee porque, de lo contrario, pintan bastos, sobre todo ahora que se le ven las orejas al lobo de la recesión.

6 de octubre de 2008

De ganadores, perdedores, la partitocracia dominante y la apatía ciudadana.

A nadie se le oculta que, desde que finalizara el Congreso Provincial del PSOE de Sevilla, las cosas no han ido nada bien en la capital andaluza. Como si se tratara de una guerra abierta, nadie se recata en hablar de "ganadores", "perdedores" y, por desgracia, hasta de "exigir responsabilidades" por el tremendo crimen de haber defendido opiniones distintas a las de la mayoría, responsabilidades que, como pueden imaginar, se extienden a perder el propio cargo, independientemente de cómo se haya estado ejerciendo durante los últimos años. Tenemos, así, en primer lugar, la destitución de Demetrio Pérez como Delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía en Sevilla independientemente, como venía diciendo, de su gestión al frente de dicho cargo. En otras palabras, que se le castiga no por no haber rendido lo suficiente o por haber cometido error alguno en su gestión como delegado —habitualmente, y esto ya es triste, eso no se considera motivo suficiente para la destitución de nadie, siempre y cuando se posicionen correctamente en lo que respecta a las luchas internas por el poder—, sino que se le castiga por el imperdonable pecado de haberse propuesto como candidato alternativo a la Secretaría General del PSOE sevillano. De la misma forma, hacer uso de su derecho democrático a la libertad de expresión y de voto le ha costado el cargo también a Matilde Marín en la Diputación Provincial. A lo mejor éstos intentan instaurar ahora una nueva práctica política desconocida en las democracias avanzadas: el destierro del perdedor. Si es así, propongo que se envíe al exilio inmediatamente a todo aquel desgraciado que se haya atrevido a presentarse como candidato y haya perdido (por ejemplo, Arenas; por ejemplo, Rajoy; o, por ejemplo, nuestro propio Felipe González, que perdió en su momento frente a Aznar y sus huestes). Nada de trabajo y nada de mentenerles en nuestra sociedad con una tolerancia que claramente no se merecen, pues no cuentan con el apoyo de la mayoría. ¡Al exilio con ellos!

Pero ahí no ha quedado la cosa. El despropósito hay ido mucho más allá. Además de eliminar a todo aquel que haya cometido el error de posicionarse donde buenamente ha creído conveniente -como se supone que debemos hacer todos en una democracia- también se ha lanzado una operación contra el PSOE de la capital y el Ayuntamiento para obligarles a que sigan a pies juntillas lo que se indique desde el Provincial. Parece que, una vez más, se está confundiendo ganar un congreso con un "ordeno y mando" que todos pensábamos había quedado ya enterrado y bien enterrado. A tal punto ha llegado el descontrol que hasta Chaves ha tenido que hacer unas declaraciones advirtiendo sobre los problemas que nos pueden acarrear tanta rencilla interna.

A ver si podemos entendernos. El Congreso Provincial lo ha ganado clarísimamente el llamado sector oficialista, liderado por José Antonio Viera. De eso no cabe la menor duda y no queda más remedio que aceptarlo democráticamente, se piense lo que se piense de la forma en que se ha ganado o, más importante aún, del hecho de que ni siquiera se dio la posibilidad a que hubiera una opción alternativa. Esto quiere decir que la política del Partido Socialista en lo que respecta a la provincia de Sevilla queda en manos del nuevo Comité Ejecutivo y su Comisión Ejecutiva Provincial. Ahora bien, quede claro que estamos hablando de la política socialista con respecto a la provincia, y no con respecto a todos y cada uno de sus pueblos y capitales. Que yo sepa, de la misma manera que hay un Congreso Provincial encargado de establecer las políticas a dicho nivel administrativo, así como de elegir los órganos representativos del partido en el marco de la provincia, también existen agrupaciones locales y municipales cuya función es elaborar las políticas y elegir los equipos a sus niveles respectivos. En otras palabras, el PSOE jamás ha aprobado documento alguno imponiendo el centralismo democrático de ominosa tradición comunista, que establece una clara jerarquía cuasi-militar en la que los órganos superiores marcan la pauta a seguir y los órganos inferiores (incluyendo a los militantes) se limitan a seguir las órdenes. Sencillamente, ése no es el Partido en que creemos los socialistas, aunque algunos parezcan conservar cierto tufillo marxistoide de su época de flirteos revolucionarios en la Joven Guardia Roja.

Se dice, se cuenta, se afirma sin rubor alguno tanto por los pasillos como por los medios de comunicación que el Provincial tiene el derecho a decidir quién pueda ser portavoz del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Sevilla. No, mire usted, no. No sé si se habrá dado cuenta de lo que el nombre del cargo en sí indica, pero resulta que este portavoz no representa al PSOE de la provincia de Sevilla, sino al Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Sevilla. ¿En qué lógica base usted la propuesta de que se le pueda nombrar a dedo desde la sede provincial sin que el propio Grupo Municipal Socialista ni todas y cada unas de las agrupaciones locales de la capital tengan nada que decir al respecto? ¿Acaso no representa ese portavoz a los votantes socialistas en la capital? ¿Cómo puede concebirse que ni los militantes del PSOE de la capital ni los votantes socialistas de la misma circunscripción tengan derecho a decidir al respecto, mientras que un militante del PSOE de Coria es quien se encarga de nombrarle a dedo? ¿En qué cabeza cabe esto? ¿Tenemos clara la diferencia entre partido e instituciones? ¿Sabemos distinguir representación orgánica de representación ciudadana? Al parecer no.

En todo caso, a mí lo que más me preocupa es que ni unos acepten el hecho de que la mayoría de militantes socialistas ha votado por Viera en el reciente Congreso Provincial ni tampoco los otros admitan que la mayoría de militantes socialistas de la capital hayan optado por otra línea. En fin, que la conciencia democrática brilla por su ausencia, sobre todo en lo que hace al respeto por la discrepancia de pareceres. Pero aún más preocupante creo que es el desprecio que se muestra por la representatividad ciudadana o la extremada confusión en que se cae continuamente entre los ámbitos orgánicos del partido y las instituciones democráticas. Sencillamente, no podemos justificar una partitocracia en la que los aparatos internos de los partidos hacen y deshacen en las instituciones como les viene en gana. Ya va siendo hora de que unos y otros se sienten a hablar y lleguen a un acuerdo sobre las líneas maestras de la estrategia socialista en el Ayuntamiento de Sevilla durante los próximos años. De lo contrario, mucho me temo que perdemos en 2011. O, aún peor, profundizamos en el sentimiento de apatía que embarga ya a muchos sevillanos y sevillanas, viendo como ven tan a las claras que hasta el portavoz de su grupo municipal o el mismísimo candidato a Alcalde no se elige al nivel que debiera, sino que se deja al albur de cargos internos de los partidos sobre los que, obviamente, el votante no tiene ni voz ni voto. La partitocracia llevada a su extremo. La desilusión de los ciudadanos con respecto a las instituciones, los partidos y los políticos, igualmente llevada a un extremo.

30 de julio de 2008

Conclusiones del periodo congresual.

Terminado ya el periodo congresual del PSOE, merece la pena detenerse a hacer cuentas y ver qué nos ha deparado. Comencemos por el 37 Congreso Federal (los documentos aprobados en este Congreso pueden bajarse de este enlace), que es precisamente el que más satisfecho me ha dejado. Las resoluciones aprobadas renuevan el contenido ideológico y programático del partido, poniéndolo al día con los cambios que se han venido experimentando en los dos últimas décadas. El documento gira en torno a los avances que se están produciendo en las sociedades avanzadas y que están llevando a una progresiva profundización de las libertades individuales, fenómeno que las políticas socialistas y socialdemócratas están acompañando y potenciando desde los gobiernos mediante la aplicación de políticas que contribuyen a expandir los derechos individuales. Propuestas como la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia o la legalización del matrimonio para las personas del mismo sexo se enmarcan precisamente en este contexto. Otras propuestas incluidas en las resoluciones me parecen igualmente válidas para un política de progreso en el ámbito de nuestras sociedades post-industriales: la defensa de un Estado dinámico pero no burocratizado ni excesivamente intervencionista, la visión global de las políticas que se aplican incluso a nivel nacional, la importancia de integrar a los inmigrantes evitando la construcción de una fortaleza que impida cualquier tipo de contacto a través de las fronteras, la flexiseguridad como respuesta a los problemas planteados por la globalización y la competencia de los países en vías de desarrollo, la vital importancia de construir una economía sostenible que no contribuya a empeorar los problemas medioambientales que ya tenemos planteados, etc. Pero la parte que más me ilusiona del documento es la dedicada al nuevo modelo de partido para esta nueva sociedad de la que venimos hablando. Se trata de construir un partido mucho más conectado con el ciudadano de a pie, más abierto a la sociedad, volcado en la gestión de los asuntos públicos y el servicio a los ciudadanos. Para ello, propone cambiar la estructura orgánica del partido para amoldarse a las divisiones administrativas dentro de las grandes capitales mediante la creación de Agrupaciones de Distrito (en estos momentos sucede a menudo que las Agrupaciones Locales del partido se solapan con los distritos municipales), la creación de Agrupaciones Municipales en las capitales de provincias y grandes ciudades, la creación de la figure del coordinador de Sección Electoral para establecer vínculos de contacto con los ciudadanos, etc. Eso sí, habrá que esperar a que todas estas ideas se concreten en las respectivas conferencias políticas. No tendría nada de extraño que las instancias provinciales del partido lograran recortar el enorme componente transformador contenido en estas medidas en un desesperado intento de preservar sus propias cotas de poder. Sería una pena, pues perderíamos una oportunidad de oro para adaptarnos a los cambios que está experimentando la sociedad española en estos momentos, antes de que sea demasiado tarde y tengamos que actuar con retraso.

Por lo que hace al 11 Congreso Regional del PSOE-A, ya escribí en su momento (aquí) que afortunadamente se había dado marcha atrás en lo que respecta a las referencias (en mi opinión excesivas) a Blas Infante y el andalucismo como elemento primordial del socialismo andaluz. Sencillamente, el socialismo es universalista o no es socialismo. No es necesario renunciar al amor por la tierra de uno para postular unos valores universales y humanistas como los que siempre caracterizaron al socialismo democrático. Pero es que, además, por si esto fuera poco, el PSOE-A puede sentir el legítimo orgullo de haber protagonizado el mayor avance político, social y económico de los últimos siglos en la historia de Andalucía, algo que no pueden decir ni siquiera quienes se califican a sí mismos de "andalucistas" o "nacionalistas andaluces". Seamos claros: los andaluces no se sienten identificados con un concepto chato y egoísta de nación como el que parece tener mucho más éxito en otros lugares. En nuestra tierra, la amplia mayoría de la gente no tiene problema alguno sintiéndose profundamente andaluz y, al mismo tiempo, español, europeo e incluso, si me apuran, hasta universal. El hecho de que los andalucistas hayan quedado relegados a malvivir como fuerza extraparlamentaria tras las recientes elecciones autonómicas no es precisamente accidental. De ahí que me parezca erróneo el apostar a caballo perdedor e intentar apoderarse ahora de la marca andalucista. En todo caso, el 11 Congreso Regional ha pasado, creo, sin pena ni gloria. Se trató, claramente, de un congreso de continuidad. Chaves es mucho Chaves. Nadie se atreve a poner en cuestión al Secretario General que nos ha llevado a triunfar en las urnas desde 1990 sin interrupción. Y, sin embargo, debiera ser bien evidente que nos encontramos en una situación de claro impasse. Ni aparecen caras nuevas que logren ilusionar a los votantes, ni tampoco puede decirse que prevalezcan las ideas transformadoras en el seno del PSOE-A en estos momentos.

Finalmente, tenemos el Congreso Ordinario Provincial del PSOE de Sevilla. Ya escribí en su momento sobre la decisión de Demetrio Pérez de retirar su candidatura a la Secretaría General, y tengo bien poco que añadir. Si acaso, el hecho de que las disputas internas en el seno del PSOE de Sevilla (a diferencia de las que se producen a nivel federal o regional) siempre han estado limitadas a meras cuestiones de poder. Cierto, la política siempre revuelve en torno al poder, pero al menos en otras instancias se hace un esfuerzo por elaborar las líneas generales de un proyecto político. A nivel provincial (por lo menos en lo que hace a Sevilla), todo se limita a la más descarnada disputa por el poder puro y duro. Casi se diría que la mediocridad llega a tal nivel que a nadie se le ocurre siquiera la posibilidad de elaborar un programa mínimo que logre aglutinar a un grupo de personas. Las consecuencias, como es lógico, son fáciles de prever: sin nada que cohesione al grupo, cada miembro se entrega enseguida a una auténtica orgía de conspiraciones, disputas personales y puñaladas por la espalda. Estoy convencido de que esto no cambiará hasta que seamos capaces de poner en pie cuando menos un esqueleto de programa socialista para la provincia de Sevilla.

18 de julio de 2008

Demetrio Pérez retira su candidatura.

Hoy debería ser un día triste para los militantes del PSOE en la provincia de Sevilla. Demetrio Pérez ha anunciado que retira su candidatura a la Secretaría General apenas 24 horas antes de iniciarse el Congreso Provincial (ver la noticia publicada en Diario de Sevilla aquí). En principio, no faltará quien analice la noticia con el espíritu cínico que viene caracterizando a tantos de nuestros políticos y concluya que únicamente supone un mazazo para quienes decidieron apoyarle frente a José Antonio Viera (o, para expresarlo en otros términos no tan cínicos, para quienes osaron soñar con la posibilidad de una candidatura alternativa que pudiera ofrecer una opción democrática a los delegados al Congreso). Porque, a fin de cuentas, ése es precisamente el problema que tenemos planteado. De una u otra manera, debido a las triquiñuelas y amenazas ni siquiera veladas de unos y las obvias limitaciones de otros, el caso es que nos dirigimos hacia un congreso al estilo de los que realizaban los antiguos partidos comunistas de la Europa del Este. No sé lo que pensarán otros al respecto, pero para mí es una auténtica vergüenza. Se mire como se mire, la cruda realidad es que los delegados al Congreso no van a tener más remedio que votar a favor o en contra de una única candidatura, y todos sabemos las presiones que siempre existen para dificultar el voto negativo en unas circunstancias como éstas. Se nos suele explicar, y con razón, que votar a una candidatura alternativa es menos peligroso que votar en contra de una candidatura única, en el sentido de que muestra bien a las claras una división interna mucho mayor. Al fin y al cabo, el voto entre dos candidaturas enfrentadas es materia de opción personal, en tanto que atreverse a votar contra la candidatura única (sobre todo teniendo en cuenta la presión ambiental que suele vivirse en este tipo de circunstancias) deja bien a las claras una oposición tan radical a la Ejecutiva que uno se atreve incluso a poner en peligro los parabienes del bando ganador, con lo que ello implica (desgraciadamente) de inestabilidad laboral para todos aquellos que trabajan en la Adminitración. Pues bien, si tan peligroso es, ¿por qué no se hace todo lo posible porque los delegados tengan varias candidaturas entre las que elegir?

Y es que, desgraciadamente, todo esto no es sino un baile de despropósitos. En primer lugar, nadie parece haberse dado cuenta de que la democracia española ha madurado muchísimo en la última década. Vimos un cambio de gobierno de la derecha a la izquierda a principios de los ochenta, otro en sentido contrario a mediados de los noventa y, finalmente, una vuelta a la izquierda en circunstancias tan difíciles como las que siguieron al atentado terrorista en la estación de Atocha. Y, sin embargo, la democracia española ha salido fortalecida de todo esto. En especial, las nuevas generaciones no conocen otra cosa que un régimen democrático y se preguntan con creciente frecuencia hasta qué punto podemos tener una democracia sólida y sana si los partidos políticos son un nido de víboras donde no se impone quien mejor representa los intereses y las ideas de los ciudadanos que simpatizan con su particular opción política, sino quienes mejor saben desenvolverse en un contexto de luchas fratricidas, boicoteos permanentes y puñaladas por la espalda, todo ello sin que los militantes de base tengan realmente nada que ver en el asunto. Nuestros partidos políticos hoy en día no son sino el reino de la mediocridad y, en muchas ocasiones, una cueva de aprovechados incapaces de ganarse la vida por su cuenta (no me refiero, por supuesto, a la amplia mayoría de los militantes, sino a quienes realmente cortan el bacalao, sobre todo en los llamados cuadros medios, que es precisamente donde radica el problema y se perpetua la mediocridad de la que aquí hablo).

Pero es que, además, incluso quienes se atreven a proponer una candidatura alternativa en algunas ocasiones (en este caso, Demetrio Pérez) acaban aceptando la validez de los argumentos de quienes hacen todo lo posible por erradicar cualquier brote de democracia interna y renovación. ¿Cómo entender, si no, ese llamamiento de Demetrio a apoyar a la candidatura única en nombre de la "responsabilidad"? ¿De qué responsabilidad hablamos? ¿De la que nos conmina a garantizar la supervivencia a perpetuidad de una organización que, al menos en su estructura interna actual, no representa para nada los anhelos de los ciudadanos, sino más bien los intereses materiales de quienes han hecho de la política su modo de vida? Quizá debiéramos preguntarnos en ocasiones como ésta por qué quienes militamos en los partidos políticos nos quejamos tan a menudo de la falta de implicación política de la sociedad. ¿Qué hacemos nosotros para solucionar eso más allá de discursos vacíos y palabras fáciles? ¿Cómo demostramos a los ciudadanos que merece la pena dedicar sus esfuerzos a una organización política? ¿Asegurándonos de que pueden elegir delegados a un Congreso donde ni siquiera habrá dos candidaturas entre las que poder elegir? ¿De verdad pensamos que estos son los partidos políticos del siglo XXI?

De hecho, no tenemos más que mirar a la historia reciente de nuestro propio partido para responder todas estas preguntas que planteo aquí. Si no hubiera sido posible permitir a los militantes socialistas elegir libremente entre varios candidatos en el XXXV Congreso Federal, ¿alguien piensa que ahora tendríamos a Zapatero de Secretario General? ¿Y qué hubiera sido del partido entonces? ¿Acaso podemos asegurar que hubiéramos sido capaz de renovarnos lo suficiente como para volver a ganar las elecciones? Las respuestas a estas preguntas me parecen obvias, como obvio me parece también el hecho de que la democracia dificulta ciertamente las cosas y genera bastante descontrol e inseguridad, pero a fin de cuentas se trata del único sistema político que permite la regeneración sin revolución. Me parece que ha llegado el momento de tomarnos en serio nuestras propias palabras, algo en lo que hemos fallado hoy en el PSOE de Sevilla. Como decía al principio, este es un día bien triste.

11 de julio de 2008

Eliminación de la mención a Blas Infante como "principal referencia" del socialismo andaluz.

Un buen amigo (y compañero del PSOE) me ha enviado el enlace a un artículo publicado por El País en el que se informa que los socialistas andaluces han decidido eliminar la mención de la Ponencia Marco para el 11º Congreso Regional en el que se hablaba de Blas Infante como "referencia principal" del PSOE-A. Como ya escribí en su momento, la enmienda me parecía necesaria. Bien está concebir a Blas Infante como una más entre otras referencias políticas del socialismo andaluz, pero de ahí a considerarle la "referencia principal" media un abismo. En cualquier caso, la redacción definitiva que se presentará al Congreso me parece mucho más sensata:
Si por andalucismo se entiende haber llevado a buen puerto muchos de los sueños que tuvieron para Andalucía personalidades que para nosotros son una referencia, como Blas Infante, no hay nada más andalucista que el Partido Socialista de Andalucía.

Completamente de acuerdo.

29 de junio de 2008

Elección de cargos dirigentes mediante el sufragio directo de los militantes.

Continuemos con las propuestas constructivas para profundizar la democracia interna en el Partido Socialista. Cualquiera que conozca la realidad orgánica de nuestro partido sabe que la dirección provincial suele ver al Secretario General y al Secretario de Organización de las Agrupaciones Locales como los garantes del apoyo de sus bases llegado el momento de elegir una nueva Ejecutiva. En otras palabras, en lugar de trabajarse directamente el apoyo de los militantes de base, quienes aspiran a hacerse con el poder a nivel provincial solamente prestan atención a los secretarios generales y de organización de cada Agrupación Local. Como puede suponerse, esto no es accidental y tampoco puede decirse que sea poco razonable. Más bien al contrario, se trata de una consecuencia inevitable del modelo de democracia indirecta, de representación delegada y a menudo mediatizada, que marcan nuestros Estatutos. Si partimos de la triste realidad de unas Agrupaciones Locales donde el debate auténtico brilla por su ausencia y las asambleas no hacen casi sino rubicar prácticamente cualquier cosa que se les presente desde sus respectivos comités ejecutivos sin que se produzca discusión alguna sobre los temas a tratar, tiene bien poco de extraño que sucedan estas cosas. En definitiva, la tan cacareada democracia interna (que, sin lugar a duda se mantiene al menos en sus aspectos formales) acaba siendo viciada debido a las distorsiones introducidas por un sistema que favorece la estabilidad de los cuadros intermedios a costa de menguar las cuotas de poder que deberían corresponder legítimamente a los militantes de base. En este sentido, periódicamente se dejan oír comentarios a favor de la democratización del partido y la potenciación de la figura del militante desde los sectores que suelen autodenominarse como críticos, pero que raramente cumplen sus promesas cuando aciertan a reemplazar a los oficialistas en las ejecutivas territoriales. O, lo que es lo mismo, que la defensa de la democratización de las estructuras orgánicas no suele ser sino un mero recurso retórico para criticar a quienes se encuentran en la dirección, pero raramente tiene expresión en medidas concretas, detalladas y factibles que puedan llevarse a la práctica.

Pues bien, me propongo aquí esbozar una alternativa que nos permita salir de este eterno impasse. No se trata de defender programas utópicos e irrealizables, sino de aplicar aquello que ya se ha demostrado como perfectamente factible en otros lugares. Me refiero, en concreto, a la elección de los cargos dirigentes mediante el sufragio universal, directo y secreto de todos los militantes, algo tan factible que hasta ERC lo ha llevado recientemente a la práctica. Una medida como esta tendría automáticamente varias consecuencias que me parecen enormemente positivas: en primer lugar, marcaría distancias entre los socialistas y otros partidos políticos españoles, señalándonos una vez más como pioneros en lo que respecta a la aplicación de medidas democratizadoras y aperturistas; segundo, dejaría bien claro que los socialistas tenemos la sincera intención de abrirnos a la sociedad y operar con completa transparencia, apostando incluso por medidas que pudieran parecer arriesgadas desde la perspectiva de quien ostenta el poder orgánico en un momento determinado y está dispuesto a aceptar la decisión mayoritaria de los militantes; y, finalmente, obligaría a quienes se postulan como candidatos a dirigir el partido a presentar su proyecto ante todos los militantes y hacer campaña de forma activa por las agrupaciones locales, entrando en contacto con todos y cada uno de los afiliados, en lugar de limitarse a conspirar con quienes supuestamente dominan los votos de los delegados que pueden garantizar una elección segura. Por si todo esto fuera poco, el sistema que aquí propongo conllevaría también la desaparición de un peligro siempre presente en la realidad cotidiana de nuestros partidos políticos: el trapicheo de favores a cambio del voto en los congresos. Una vez eliminada la figura del cacique local que garantiza los votos necesarios para ganar la carrera hacia la ejecutiva, también se elimina de una misma tacada este otro problema.

¿Que mi propuesta supone romper con el pasado? Cierto. ¿Que la elección directa que aquí defiendo es una apueta arriesgada? Sin duda. Y, sin embargo, ¿acaso una política progresista y de cambio no consiste precisamente en eso? ¿Hasta tal punto hemos olvidado nuestros principios que no nos atrevemos a proponer nada que pueda parecer distinto e innovador? Me gustaría pensar que no es el caso.

21 de junio de 2008

Algunas propuestas constructivas para mejorar el debate congresual.

Si hay algo que detesto en política es la mera crítica destructiva incapaz de proponer aunque sea esbozos de alternativas o soluciones a los problemas que se plantean. Por consiguiente, tras haber publicado un par de entradas criticando la forma en que se ha llevado a cabo el proceso congresual del PSOE de Sevilla, quiero dejar constancia aquí de unas cuantas ideas que quizá pudieran contribuir a solventar los problemas de los que he hablado.

No me queda más remedio que comenzar por lo más básico, aunque pueda resultar algo ridículo recordar cosas tan elementales. Nadie puede esperar que los militantes de base discutan y debatan seriamente los documentos de la Comisión Ejecutiva Federal y Regional si no nos son entregados con la suficiente antelación. Estos debieran ser publicados en el web del Partido al menos un mes antes del inicio del período de elección de delegados a los congresos. Se trata de la única forma posible de garantizar que las Agrupaciones Locales puedan organizar debates y sesiones de trabajo mínimamente serias donde la voz de los militantes pueda ser tenida en cuenta más allá de la mera retórica pseudo-demagógica de que hacen gala nuestros dirigentes con demasiada frecuencia.

Segundo, asegurémonos de que las Agrupaciones Locales no eligen a sus delegados al congreso por motivos espúreos que nada tienen que ver con la representación democrática. Por desgracia, las Asambleas Extraordinarias donde se llevan a cabo estas elecciones suelen destacar por la ausencia de debate sobre el contenido de las enmiendas y las distintas posiciones ideológicas y estratégicas que vayan a adoptar los candidatos. Por el contrario, lo que suele ocurrir se parece mucho más a una escenificación de estériles disputas internas cuyo único objetivo es alcanzar determinadas cuotas de poder personal y dirimir las cuitas entre tal o cual familia o clan. Cuando el debate no existe, cuando nadie expone sus puntos de vista en público, cuando los cerebros que organizan cada familia pasan consignas a los militantes fantasma que únicamente aparecen por la Casa del Pueblo para votar lo que les indican, parece imposible pensar que todo ello tenga como consecuencia un verdadero debate de ideas en el propio Congreso. Sencillamente, el proceso está viciado ya desde la base. Si se presentan varias candidaturas, que cada una tenga la posibilidad de exponer las razones por las que considera oportuno no integrarse en la que postula el Comité Local, que se debata y se discuta, que se intercambien las opiniones y se enriquezca la vida interna del Partido de verdad, más allá de las meras palabras.

Tercero, que el propio Congreso vaya encaminado principalmente a intercambiar las opiniones de los delegados, y no a evitar conflictos por temor a que los medios de comunicación magnifiquen las noticias sobre supuestas divisiones internas. El debate, en democracia, ha de ser de lo más lógico y normal. De hecho, la amplia mayoría de los ciudadanos lo asume así, aunque a nosotros nos cueste trabajo asumirlo y prefiramos apostar por las listas de integración y las crisis cerradas en falso para evitar dar la impresión de divisiones intrapartidarias. La realidad es que España cuenta con una democracia consolidada y madura. Los ciudadanos están hartos de artimañas y oligarquías partidistas (los tristemente famosos aparatos) y están exigiendo a gritos transparencia y auténtica democracia interna en nuestros partidos políticos. Si nuestros dirigentes no son capaces de afrontar siquiera el debate interno, ¿cómo pueden garantizar un mínimo de capacidad intelectual para el debate sobre soluciones y políticas que debe caracterizar cualquier democracia avanzada? Hay que abandonar de una vez por todas esos temores al pluralismo y el libre intercambio de ideas que provienen de un pasado en el que la sociedad española aún no había logrado asumir plenamente una mentalidad democrática. La transición hace ya tiempo que finalizó y las nuevas generaciones exigen otras formas de hacer política, más abiertas y transparentes, más participativas. Vivimos en una sociedad de la información, pero son aún demasiados los dirigentes que no han entendido el alcance de los cambios que dicha sociedad impone y pretenden hacer política al viejo estilo, controlando y manipulando la información de la que disponen. No parecen darse cuenta de que, en un mundo dominado por las nuevas tecnologías y la presencia constante de mensajes de lo más diverso en el gran zoco de las ideas, no hay forma de ponerle puertas al campo.

En fin, seguramente habrá otras muchas propuestas que podríamos hacer para mejorar nuestro proceso congresual pero que con estas líneas tenemos ya un breve esbozo con el que comenzar a trabajar.

8 de junio de 2008

Más impresiones del proceso congresual desde Sevilla.

Aún hay varias cosas que se me quedaron en el tintero con respecto al proceso congresual que estamos viviendo en el Partido Socialista y de las que me gustaría dejar constancia aquí.

Primero, la Ponencia Marco del Federal no se publicó en el web del PSOE hasta poco menos de una semana antes de la Asamblea de mi Agrupación Local, lo cual apenas nos dejaba tiempo para leerla, organizar los grupos de trabajo y proponer enmiendas. Por si eso fuera poco, resulta que la primera versión que subieron al servidor no incluía la numeración de los párrafos, algo estrictamente necesario para una labor como esta.

Segundo, el periodo de tiempo de que dispusimos para trabajar sobre la Ponencia Marco del Regional fue todavía inferior, pues se publicó en el web del PSOE de Andalucía unos cuatro días antes de nuestra Asamblea. El periodo, además, no podía haber sido menos indicado para este tipo de tarea, pues se trataba precisamente de un fin de semana. Como cualquiera puede imaginar, no es nada fácil ponerse a llamar frenéticamente a compañeros y compañeras para acordar el día y la hora de reunión en esas condiciones.

Y, finalmente, con respecto al proceso de discusiones en mi Agrupación Local, quizá se trate del único elemento de este periodo congresual del que he quedado más o menos satisfecho. Durante varios días, debatimos las distintas propuestas de enmienda activamente a través del correo electrónico y durante dos reuniones de trabajo que mantuvimos en la Casa del Pueblo. El día de la Asamblea, se leyeron todas y cada una de ellas, si bien es cierto que todas se aprobaron por unanimidad y sin ningún tipo de discusión. No obstante, este debate entre quienes mostraron mayor interés por trabajarse las ponencias sí que había tenido lugar con anterioridad a la Asamblea. Si acaso, el único motivo de insatisfacción que puede tener uno con respecto al transcurso de la Asamblea y la votación de delegados se refiere al hecho de que ésta tuvo lugar sin haberse producido ningún tipo de presentación previa de las tres candidaturas que concurrieron a la votación. En otras palabras, que los militantes votaron dependiendo del nivel de familiaridad que tuvieran con quienes componían las listas, pero sin haber tenido la oportunidad de haber oído siquiera una declaración de intenciones previa al momento de la decisión final.

7 de junio de 2008

Impresiones del Congreso Provincial Extraordinario de Sevilla.

Hace apenas unas cuantas horas que regresé a casa después de asistir al Congreso Provincial Extraordinario del PSOE de Sevilla. Para quienes no están familiarizados con estos asuntos, el Congreso Provincial Extraordinario es donde se discuten (al menos, se supone que se discuten) las enmiendas presentadas por todas las Agrupaciones Locales de la provincia a los documentos de ponencia marco para los congresos regional y federal. Además, también se eligen los delegados que nos representarán en dichos congresos. En otras palabras, que no tiene entre sus funciones elegir a la Comisión Ejecutiva Provincial con su Secretario General a la cabeza, algo que queda para el Congreso Provincial Ordinario.

Pues bien, ¿qué me ha parecido? La verdad es que uno no sabe por dónde empezar. Con respecto a la función esencial del encuentro (esto es, discutir y, si cabe, aprobar las enmiendas presentadas por las Agrupaciones Locales) la cosa ha dejado mucho que desear. Cada delegado podía apuntarse a la comisión que deseara de las dos que se habían organizado: la que discutiría la Ponencia Marco del Federal y la que debatiría la Ponencia Marco del Regional. En mi caso, me apunté a la del Federal. Se nos invitó a entrar en una amplia sala donde el ponente elegido por la Comisión Ejectiva Provincial comenzó a leer a velocidad de vértigo la numeración de las enmiendas planteadas e informarnos sobre si el grupo de trabajo de la dirección que se había reunido con anterioridad al Congreso las creía asumibles o no. Llegado este punto me parece importante subrayar lo de que la velocidad a que mencionaba las enmiendas era tan acelerada que en diversas ocasiones nos perdimos los asistentes y no acertamos a encontrar la página correcta que se estaba "discutiendo". Es más, el propio ponente se perdió en la marabunta de cifras al menos en dos ocasiones que yo pudiera contabilizar. En ningún momento hubo debate ni discusión alguna. Las enmiendas, sencillamente, se asumían o no y, en aquellos casos en los que no se asumían, se permitía a los representantes de las Agrupaciones Locales que las habían planteado defenderlas. Ahora bien, la "defensa" siempre consistió en una clarificación que a menudo era aceptada por el proponente y... ¡fin de discusión! Se añade a la lista de las enmiendas asumidas y... ¡todo solucionado! La única excepción a este estado de cosas fue una enmienda planteada sobre la marcha que implicaba la eliminación de unas 8 enmiendas ya existentes (lo que se denomina una "enmienda de transacción" en la jerga congresual). Ésta sí que se discutió, votó y rechazó, pero solamente después de haber sido transformada en "enmienda de adición" (esto es, propuesta para añadir un texto determinado al documento) a otro párrafo completamente distinto. Aparte de eso, poco más puedo reseñar de mi bochornosa experiencia. Ni "debate de ideas", ni discusión de enmiendas, ni votación sobre las mismas, ni nada de nada. El tren exprés pasó por la estación a velocidad de vértigo y ni siquiera nos enteramos. Y, por si todo esto fuera poco, resulta que mientras tenían lugar los "debates" de las ponencias también se realizó la votación personal y secreta para la lista de delegados, aunque en un principio la mesa del Congreso quería llevar a cabo esta votación... ¡a mano alzada! ¡Ahí es nada! ¡Olé la democracia!

En fin, que mi conclusión no puede ser más desoladora. Conmigo había una compañera que asistía por primera vez a un Congreso del Partido (comenzó a militar hace apenas dos años) y se llevó la peor impresión que uno pueda imaginarse. Al salir me comentaba (y con toda la razón del mundo) que para eso no hacía falta siquiera convocar un Congreso. Uno tenía la sensación de que nos habían engañado a todos con un tongo descomunal. ¿El resultado? La compañera a la que me refería se está planteando si la militancia política vale para algo y yo creo que he quedado escaldado por un buen tiempo. Si llego a saber que el Congreso Provincial Extraordinario iba a ser esto, prefiero pasar el día de hoy con mi esposa y tres hijos. Seguramente habrá después quien se queje en el Partido de la falta de compromiso político de los ciudadanos. O cambiamos esto o la sociedad va a pasar por completo de los partidos políticos, y con razón.

3 de junio de 2008

Asamblea de Presupuestos Participativos en mi barrio

Ayer tuve ocasión de asistir por primera vez a la asamblea de Presupuestos Participativos en mi barrio, Bellavista. Se trata de una idea aplicada por primera vez en la ciudad brasileña de Porto Alegre tras la victoria del Partido de los Trabajadores de Lula da Silva y que pretende acercar el proceso de toma de decisiones sobre los presupuestos municipales a los ciudadanos, permitiéndoles que propongan, debatan y aprueben la inversión de una determinada cantidad de dinero público en aquello que crean más conveniente o necesario. En otras palabras, se trata de una herramienta de democracia participativa cuyo objetivo principal es involucrar al conjunto de los ciudadanos en la gestión de los presupuestos municipales, extendiendo con ello la corresponsabilidad política. Aquí en Sevilla, la idea fue sugerida (todo hay que decirlo) por la gente de Izquierda Unida cuando firmaron el primer acuerdo de gobierno con los socialistas hace poco más de cinco años.

En principio, creo justo reconocer que la experiencia es más bien positiva. Son varias las razones que me llevan a dicha conclusión: en primer lugar, ayer habría unas 300 ó 400 personas asistiendo a la asamblea de mi barrio que, de otra forma, es bien posible que jamás se hubieran implicado en la política municipal; segundo, es útil también como elemento de pedagogía cívica, introduciendo a muchos vecinos a los procedimientos lógicos y normales en la toma de decisiones de un Ayuntamiento; y, tercero, proporciona a la Administración local una herramienta valiosísima para estar al tanto del sentir de la calle. Por si fuera poco, a todo ello habría que añadirle otro factor que a mí me parece de extraordinaria importancia: la valentía de experimentar con nuevas ideas y métodos en una sociedad como la nuestra, que suele estar demasiado apegada a las tradiciones y las formas de siempre. Por todo ello, bienvenido sean los presupuestos participativos.

Ahora bien, esto no quiere decir que no haya también problemas y aspectos que mejorar. Así, en primer lugar, es auténticamente vergonzoso observar el extraordinario nivel de improvisación con que se afronta una reunión de este nivel y con esta asistencia. Entiendo que esto de la improvisación es algo muy propio de nuestra forma de hacer las cosas, pero ya va siendo hora de cambiarlo. No puede ser que se entregue a los vecinos un documento conteniendo el compendio de todas las propuestas con unos días de antelación y después llegue uno a la asamblea para encontrarse con un buen número de propuestas adicionales que no habían sido incluidas en el documento original. Esto no sólo demuestra un alto grado de improvisación, sino que además disminuye las posibilidades de que los ciudadanos lleven a cabo la deliberación y reflexión necesarias para que todo el proceso funcione correctamente. En segundo lugar, también me llamó enormemente la atención que algunos vecinos acudieran a la asamblea con la intención de votar por tal o cual propuesta que les interesaba a ellos particularmente y abandonaran la sala de reunión en cuanto dicha votación hubiera finalizado, mostrando bien poco interés por los asuntos del resto de la comunidad. Aquí es necesario, sin duda, hacer un mayor esfuerzo en el aspecto de pedagogía cívica al que me refería algo más arriba. Quizá mereciera la pena que la presidencia de la mesa dirigiera unas palabras a los asistentes sobre este tema antes de comenzar los debates y votaciones. Tercero, y esto es algo que a lo mejor solamente se aplica a mi barrio, creo que es digno de mención el hecho de que las propuestas que hicieron los vecinos se diferencien más bien poco de las que podrían haber hecho los representantes municipales, adoleciendo por lo general de una falta de imaginación y ambición apabullantes. He de reconocer la parte de culpa que me compete a mí, pues no participé en el proceso con ninguna propuesta (algo que, espero, podré solventar el año que viene), pero es un poco vergonzoso comprobar que la amplia mayoría de propuestas, lejos de sugerir soluciones creativas e innovadoras a los problemas que tenemos planteados, no pasan de exigir la reparación de una acera aquí o la organización de una fiesta vecinal (llámese carnaval, feria, velada o discoteca) allá. En definitiva, cacao para el mono, el viejo y conformista panem et circenses. Por último, he de mencionar otro asunto que me preocupa con respecto al proceso de presupuestos participativos, y es que el Ayuntamiento parece caer en cierta dejación de funciones con la excusa de que los propios vecinos pueden presentar sus propuestas en la asamblea vecinal. No es la primera vez que oigo, en este sentido, a un concejal o a un Director de Distrito, sugerir que una propuesta de arreglo de la vía pública o de mejora de la seguridad de los peatones en un determinado cruce se lleve a los presupuestos participativos como toda respuesta. Debiera quedar bien claro que el Gobierno de la ciudad tiene unos deberes en lo que respecta al mantenimiento de las infraestructuras y servicios que son irrenunciables y no pueden dejarse al buen tuntún de lo que se decida en una asamblea vecinal. En otras palabras, los presupuestos participativos no pueden tomarse como la excusa perfecta para aplazar la rotura del mobiliario público en una plaza o para dejar de limpiar una determinada parte de la ciudad y eso, me temo, está sucediendo en algunos casos.

Ponencia Marco del 11 Congreso Regional del PSOE de Andalucía

Si ayer escribía en términos elogiosos de la Ponencia Marco del Congreso Federal, hoy no me queda más remedio que ser bastante más crítico con la Ponencia Marco del 11 Congreso Regional del PSOE de Andalucía (ver otros documentos y más información sobre este congreso aquí). Casi pareciera que, tras los desastrosos resultados del Partido Andalucista en las recientes elecciones autonómicas andaluzas (perdieron la representación minoritaria que tenían en el Parlamento andaluz poco después de verse apeados también de casi todos los Ayuntamientos de las grandes capitales en la región), algún estratega del Partido haya visto la luz y haya decidido apostar firmemente por un firme viraje hacia el andalucismo más descarnado. Por si cabe alguna duda, he aquí un simple botón de muestra. Se trata del párrafo 299 de la ponencia que comentamos:
Nuestra principal referencia es el padre de la patria andaluza, Blas Infante, que ya nos marcó la vía de la cohesión y la concertación a seguir cuando, hace camino ya de un siglo, nos exhortó, en referencia a la transformación de Andalucía, que, "a la hora de la resurrección, contribuyamos todos con todo nuestro entusiasmo, que todos nos sintamos igualmente redentores".
¡Ahí es nada! El texto no tiene desperdicio, la verdad. Para empezar, cuesta trabajo creer que un socialista considere a Blas Infante "nuestra principal referencia". Sus opiniones serán todo lo respetables que se quiera, pero de ahí a convertirle en referencia del socialismo andaluz media un abismo. Uno, en su infinita inocenia, siempre había pensado que nuestros referentes eran personajes como Pablo Iglesias, Julián Besteiro, Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos o Victoria Kent (sí, soy consciente de que Kent no fue militante del PSOE, sino del Partido Radical Socialista de Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz, lo que no quita para que se le pueda considerar como representante de nuestra tradición), entre muchos otros personajes anónimos que entregaron su vida a la causa del socialismo en nuestra tierra. Pero ahora resulta que uno estaba equivocado y nuestro referente "principal" (según la ponencia) no es otro que el mismo individuo que en su momento nos legara citas como las siguientes:
Nosotros no podemos, no queremos, no llegaremos jamás a ser europeos. ¡Europa no; Andalucía!
Europa fue nuestra conquistadora (la de Al-Andalus) y Castilla la avanzada de su ejército que contra nosotros peleó.
Rechacemos la representación de un Estado que nos deshonra. Declarémonos separatistas de este Estado. (...) Avergoncémonos de haberlo sufrido y condenémoslo al desprecio.
En fin, que se trata de una auténtica bacanal pseudo-nacionalista que bien poco tiene que ver con la tradición ilustrada, humanista y universalista del socialismo. ¿A qué vienen esas referencias a los padres de la patria? ¿A qué esas reivindicaciones de la identidad colectiva entendida siempre de forma folklórica e impositiva? La mencionada ponencia necesita un buen remozado que, esperemos, se lleve a cabo durante las sesiones del 11 Congreso Regional. Los socialistas andaluces no tenemos necesidad de adoptar el vocabulario y las maneras de los nacionalistas para demostrar nuestro amor por la tierra ni defender nuestra labor en pos de la construcción de una Andalucía más justa. Eso lo venimos haciendo durante las tres últimas décadas con algo mucho más importante que la simple retórica separatista y patriotera: los hechos de nuestras políticas.

2 de junio de 2008

Ponencia Marco del 37 Congreso Federal del PSOE


Me ha encantado la Ponencia Marco para el 37 Congreso Federal del PSOE que hemos venido discutiendo desde hace aproximadamente un mes o así. De hecho, en buena parte defiende un proyecto muy similar a lo que yo denomino aquí socialismo ciudadano: adaptación de las políticas progresistas a la sociedad de nuestros días, reivindicación de un Estado ágil y eficiente, primacía de la educación para competir en una economía global, atención a la investigación y la innovación como claves de una sociedad dinámica y capaz de adaptarse a los cambios, aplicación de las nuevas tecnologías y su integración en nuestro quehacer cotidiano, apuesta por las energías alternativas (echo de menos siquiera una sola referencia a la necesidad de promover el ahorro energético, sin embargo), defensa de la gobernanza global, etc.

Ahora bien, donde verdaderamente creo acertado el documento es en las reformas que promueve para adaptar la estructura del Partido Socialista a los cambios que se están produciendo en la sociedad. Así, propone, en primer lugar, la creación de Agrupaciones Municipales en las grandes capitales para dotarlas de la autonomía y la capacidad suficientes que les permita elaborar unas políticas urbanas sólidas y homogéneas, en lugar de verse sometidas a los reinos de taifas que predominan en la actualidad. En segundo lugar, propone que las Agrupaciones Locales del Partido en esas mismas grandes ciudades se amolden a la división político-administrative en distritos municipales para aumentar su eficiencia en la defensa de la resolución de todos aquellos problemas que afectan a los ciudadanos en su vida cotidiana. Y, finalmente, crea la innovadora figura del Coordinador de Sección Electoral para llevar las políticas del Partido a todas y cada unas de las secciones electorales repartidas por el territorio nacional, así como llevar las inquietudes de los ciudadanos a la organización del Partido. Todo esto es, sin lugar a dudas, más que necesario en unas circunstancias en las que los socialistas nos estamos desangrando electoralmente precisamente en las grandes ciudades, donde las nuevas clases medias llevan la voz cantante y prefieren mirar hacia otras fuerzas políticas para defender sus ideas e intereses. Si no nos adelantamos a estos cambios, corremos el riesgo de reaccionar demasiado tarde, como sucediera en su momento en el Norte de Europa donde la derecha hace tiempo que consiguió hacerse con la hegemonía política, interrumpida tan sólo temporalmente por cortos periodos de gobierno de la izquierda aquí y allá.

Por último, también me parece interesante la propuesta de crear la figura del cibermilitante, aunque no está lo suficientemente definida en el texto como para hacerse a la idea de la forma concreta que pueda adoptar en último término. Queda claro, creo yo, que el Partido se encargará de poner a la disposición de estos "militantes virtuales" las herramientas que les hagan falta para llevar a cabo su tarea (acceso a la red corporativa, herramientas, foros de discusión de ideas, etc.). Asimismo, creo que también se tiene la intención de que estos militantes puedan ejercer su derecho al voto de forma virtual. Ahora bien, no queda nada claro hasta qué punto aquellos que ya militamos en el Partido y nos encuadramos en una Agrupación Local pero que usamos las nuevas tecnologías a diario también podremos sumarnos al grupo de los cibermilitantes, ni tampoco cómo se formalizará dicha "doble militancia", entre otras muchas cosas. En fin, que parece claro que los autores del texto simplemente querían lanzar la idea para que sean ahora los militantes quienes le den forma en los debates precongresuales, en el Congreso mismo y, por supuesto, en las conferencias políticas que casi con toda seguridad habrán de seguirle.

En definitiva, que la Ponencia Marco me parece un documento extraordinariamente valioso para el PSOE en esta encrucijada en que nos encontramos. Por cierto, que las discusiones que han estado teniendo lugar en el grupo de discusión que se ha montado en Facebook sobre este tema han sido de lo más interesante y han venido a demostrar el enorme potencial de la aplicación de las nuevas tecnologías a la política socialista.

Primer mensaje: declaración de intenciones

Si los excesos del comunismo dejaron bien claro en su momento que la socialdemocracia era la única respuesta constructiva dentro de la izquierda, los cambios sociales que se han ido desarrollando desde los años noventa a esta parte (aparición y consolidación de las nuevas clases medias, globalización, problemas ecológicos, irrupción de las nuevas tecnologías, prevalencia de lo fluido e indeterminado sobre lo sólido y sistemático, etc.) también exigen la adaptación del socialismo a las nuevas circunstancias. Desde aquí, reivindico un socialismo cívico y ciudadano capaz de afirmar la autonomía de la sociedad civil como agente de la creación, la innovación y los cambios necesarios en este nuestro siglo XXI, ayudado por un Estado ágil y eficiente capaz de promover el máximo de oportunidades para todos y todas. En otras palabras, la combinación de libertad e igualdad que caracterizan al socialismo democrático.