Leo en Público que el Partido Socialista francés ha decidido tolerar el burka, y la verdad es que no puedo evitar cierta sensación de malestar al respecto. Vaya por delante que el tema me parece bastante más complicado de lo que muchos comentarios publicados en Internet dan a entender. De la misma forma que buena parte de la derecha suele reaccionar ante estos temas con un posicionamiento totalmente predecible en favor de "nuestra cultura", "nuestras tradiciones" y la importancia de las raíces cristianas en "nuestra identidad nacional", no queda más remedio que reconocer que igualmente no son pocos quienes, desde la izquierda, tienen una reacción refleja de oposición frontal a todo lo que tenga que ver con la religión. Intentemos, pues, evitar ambas posiciones dogmáticas y llenas de prejuicio, antes que nada.
Creo que la mejor forma de plantearse este asunto es obviar por completo las raíces religiosas del uso del atuendo en cuestión. Olvídemonos por un momento de ese aspecto, y reflexionemos sobre el tema como si se tratara de una prenda cualquiera. ¿Nos parece aceptable que el Estado entre a legislar sobre la apariencia de los ciudadanos, aunque sea siquiera con el argumento de que tal o cual prenda en concreto tiene un carácter esencialmente insultante o opresivo? Si lo planteamos desde ese punto de vista, me parece evidente que tanto desde la tradición liberal como la socialdemócrata no queda más remedio que responder negativamente. Después de todo, ¿quién va a entrar a decidir qué puede considerarse "insultante" u "opresivo"? ¿Acaso no hay un buen número de personas ahí fuera que considera el tanga (por no hablar del top less) como algo ofensivo a sus convicciones morales? ¿Y qué decir del hecho de que las azafatas que aparecen siempre en los programas de televisión (y hasta las presentadoras en muchas ocasiones) siempre vayan más bien ligeritas de ropa, en tanto que jamás vemos a sus compañeros mostrando músculos en pantalla? ¿Y el famoso zapato de tacón de aguja? ¿Puede considerarse opresivo hacia la mujer? En fin, que con esta línea de argumentación no hacemos sino abrir la caja de pandora. Lo lógico y sensato parece ser defender que cada cual vista como quiera, siempre y cuando no le venga impuesto por otros u otras, aún más sensato me parece que es mantener al Estado fuera de este tipo de regulación minuciosa del comportamiento de los ciudadanos. No puede evitar uno las visiones de 1984 y otras distopías totalitarias. Sorprende, en este sentido, que sean precisamente los liberales franceses quienes postulen este tipo de medidas.
Dicho eso, nada quita para que tal o cual asociación o partido político, comentarista o intelectual defienda el uso o no de una prenda determinada. Cada cual es libre de defender en público lo que crea conveniente, faltaría más. Pero una cosa es oponerse al uso del burka y hacer un llamamiento para que se evite su uso, y otra bien distinta legislar su prohibición. No me parece posible defender tal idea y mantener la coherencia con otros postulados que considero fundamentales en lo que respecta a la organización política de una sociedad: la defensa de las libertades personales, la oposición al intervencionismo excesivo del Estado en asuntos que debieran pertenecer únicamente a la esfera privada, el respeto al pluralismo y a las decisiones tomadas por cada cual sobre la mejor forma de vivir su vida... Hay que tener mucho cuidado aquí para no excederse en el ejercicio de los poderes del Estado y lanzarse a una fervorosa cruzada anti-musulmana que para nada puede justificarse en el seno de una sociedad liberal y democrática.
7 de enero de 2010
El debate francés sobre el burka.
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