7 de junio de 2008

Impresiones del Congreso Provincial Extraordinario de Sevilla.

Hace apenas unas cuantas horas que regresé a casa después de asistir al Congreso Provincial Extraordinario del PSOE de Sevilla. Para quienes no están familiarizados con estos asuntos, el Congreso Provincial Extraordinario es donde se discuten (al menos, se supone que se discuten) las enmiendas presentadas por todas las Agrupaciones Locales de la provincia a los documentos de ponencia marco para los congresos regional y federal. Además, también se eligen los delegados que nos representarán en dichos congresos. En otras palabras, que no tiene entre sus funciones elegir a la Comisión Ejecutiva Provincial con su Secretario General a la cabeza, algo que queda para el Congreso Provincial Ordinario.

Pues bien, ¿qué me ha parecido? La verdad es que uno no sabe por dónde empezar. Con respecto a la función esencial del encuentro (esto es, discutir y, si cabe, aprobar las enmiendas presentadas por las Agrupaciones Locales) la cosa ha dejado mucho que desear. Cada delegado podía apuntarse a la comisión que deseara de las dos que se habían organizado: la que discutiría la Ponencia Marco del Federal y la que debatiría la Ponencia Marco del Regional. En mi caso, me apunté a la del Federal. Se nos invitó a entrar en una amplia sala donde el ponente elegido por la Comisión Ejectiva Provincial comenzó a leer a velocidad de vértigo la numeración de las enmiendas planteadas e informarnos sobre si el grupo de trabajo de la dirección que se había reunido con anterioridad al Congreso las creía asumibles o no. Llegado este punto me parece importante subrayar lo de que la velocidad a que mencionaba las enmiendas era tan acelerada que en diversas ocasiones nos perdimos los asistentes y no acertamos a encontrar la página correcta que se estaba "discutiendo". Es más, el propio ponente se perdió en la marabunta de cifras al menos en dos ocasiones que yo pudiera contabilizar. En ningún momento hubo debate ni discusión alguna. Las enmiendas, sencillamente, se asumían o no y, en aquellos casos en los que no se asumían, se permitía a los representantes de las Agrupaciones Locales que las habían planteado defenderlas. Ahora bien, la "defensa" siempre consistió en una clarificación que a menudo era aceptada por el proponente y... ¡fin de discusión! Se añade a la lista de las enmiendas asumidas y... ¡todo solucionado! La única excepción a este estado de cosas fue una enmienda planteada sobre la marcha que implicaba la eliminación de unas 8 enmiendas ya existentes (lo que se denomina una "enmienda de transacción" en la jerga congresual). Ésta sí que se discutió, votó y rechazó, pero solamente después de haber sido transformada en "enmienda de adición" (esto es, propuesta para añadir un texto determinado al documento) a otro párrafo completamente distinto. Aparte de eso, poco más puedo reseñar de mi bochornosa experiencia. Ni "debate de ideas", ni discusión de enmiendas, ni votación sobre las mismas, ni nada de nada. El tren exprés pasó por la estación a velocidad de vértigo y ni siquiera nos enteramos. Y, por si todo esto fuera poco, resulta que mientras tenían lugar los "debates" de las ponencias también se realizó la votación personal y secreta para la lista de delegados, aunque en un principio la mesa del Congreso quería llevar a cabo esta votación... ¡a mano alzada! ¡Ahí es nada! ¡Olé la democracia!

En fin, que mi conclusión no puede ser más desoladora. Conmigo había una compañera que asistía por primera vez a un Congreso del Partido (comenzó a militar hace apenas dos años) y se llevó la peor impresión que uno pueda imaginarse. Al salir me comentaba (y con toda la razón del mundo) que para eso no hacía falta siquiera convocar un Congreso. Uno tenía la sensación de que nos habían engañado a todos con un tongo descomunal. ¿El resultado? La compañera a la que me refería se está planteando si la militancia política vale para algo y yo creo que he quedado escaldado por un buen tiempo. Si llego a saber que el Congreso Provincial Extraordinario iba a ser esto, prefiero pasar el día de hoy con mi esposa y tres hijos. Seguramente habrá después quien se queje en el Partido de la falta de compromiso político de los ciudadanos. O cambiamos esto o la sociedad va a pasar por completo de los partidos políticos, y con razón.

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